13 julio, 2007

ORTEGA CANO EN FUENTESAUCO.-

DE FIGURA A SINVERGÜENZA.
Ortega Cano hizo el más espantoso de los ridículos ayer en Fuentesaúco. Tiró por tierra algo tan serio como la profesionalidad (si es que le quedaba algo) y también la dignidad necesaria para anunciarse como torero al desertar de un festejo y alegar que una falsa cogida le impedía continuar la lidia, cuando lo que realmente tenía era una ‘cagalera’, tras mostrarse impotente ante el toro que le tocó en suerte, al que fue incapaz tan siquiera de matar.
Porque tras sufrir el último achuchón y ser tomado, en principio, por la gente como una chusma (a este torero hace tiempo que nadie lo toma en serio), al final su gesto fue un atentado a la torería y grandeza de este arte. Porque hizo lo que nunca debe hacer un profesional, como es meterse ‘dentro’ (como llaman los taurinos a la enfermería) y dejarle el ‘muerto’ a sus compañeros., que en este caso eran dos jóvenes toreros que en su infancia vieron a un Ortega Cano grande y ayer presenciaron ante sus propios ojos la más patética caída del mito.Ser torero es algo muy serio, que requiere más que valor y arte, pues aunque sea para torear una becerra en el campo hay que mostrarse como tal y no querer seguir chupando de la teta sin ninguna condición física. No tan siquiera moral, que es peor. Porque qué amargos tienen que ser esos dineros.
VENIDO A MENOS.
Pero lo peor es que la triste página de ayer en Fuentesaúco la protagonizó quien escribió un destacado capítulo del toreo. Porque Ortega Cano, en su época grande, se ganó el respeto de todos, disfrutó de la gloria del toreo y fue uno de los artistas más destacados a final de los 80 y primeros de los 90.Por eso es más triste que ayer fuera él quien abanderó el más espantoso ridículo que ha protagonizado un hombre vestido de torero. Al que le faltó la dignidad y se marchó de la plaza para el hotel dejando el ‘marrón’ a sus jóvenes compañeros.Todo comenzó cuando en Fuentesaúco salió un hombre vestido de negro, orondo y sin las facultades físicas para estar delante de un toro. Después como se preveía, no hizo nada, cuatro lances de ‘chichinabo’ e incapaz en la faena de muleta, donde la cuadrilla formada por un incapaz Curro Cruz (¡quién te ha visto y quién te ve!) y José Antonio Muñoz tuvieron que trasegar mientras el maestro era incapaz, sudando como un pato y pasando un auténtico calvario.Así, hasta que se perfiló para matar y el toro le hizo un derrote, pero no sucedió nada, sino que al rato, Ortega Cano fue al burladero de matadores y allí debió sentir los ‘estertores de la muerte’ y se metió en la enfermería, donde Pedro ‘El Capea’, con mucha dignidad pasaportó el toro. Desde la enfermería se supo que no tenía más que una ‘cagalera’ y podía seguir. Pero ya no volvió a salir y al rato se marchó en su coche para su casa tras hacer el ridículo más espantoso. Y la más grave falta de ética profesional que se ha vivido en una plaza de toros en muchos años.
DOS JÓVENES VÍCTIMAS.
Después no se acabó la ‘fiesta’, pues el caradura de él antes quiso cobrar y la empresa lo denunció por incumplimiento de contrato, en medio de unos momentos donde se produjeron varias escenas de mucha tensión.Todo eso sucedía mientras dos toreros, El Capea y Raúl Cuadrado lo daban todo en la plaza y lograban llevar una ilusión a los tendidos, aunque desgraciadamente, el gravísimo incidente de Ortega Cano le robó todos los titulares que se ganaron en el ruedo gracias a su torería y valor. Todo porque un sinvergüenza se hizo el protagonista.
Paco Cañamero.

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