13 agosto, 2007

LLENO EN EL PUERTO.-

DECIAN QUE ERA LA PLAZA DE TOROS MAS GRANDE DEL MUNDO, PORQUE "NUNCA" SE LLENABA. UNA OREJA PARA JOSÉ TOMÁS Y EL CID CON LLENO HISTÓRICO.
Sobrada de expectación pero no decepcionante. No creo que el sentir mayoritario ayer – en una Plaza Real que no colgaba el cartel de “no hay billetes” desde 1997, mucho después de retirarse mi torero, que si llenaba las plazas – fuera la decepción. Eso no se corresponde con la oreja y la gran ovación que el público tributó a José Tomás, ni a la firmeza de El Cid, que expuso y se la jugó en su lote.
Los toros de Núñez del Cuvillo se movieron, con desigual juego, pero sin terminar de romper ni servir, corrida a ráfagas como a rachas llegaron las emociones de la tarde.
Máxima expectación con José Tomás, acogido con una atronadora ovación que compartió con sus compañeros de terna y cuyos mejores momentos fueron animados y subrayados por las palmas a compás del respetable. Fue el José Tomás que el público quería ver, el de las zapatillas clavadas en la arena, el de los engaños tersos, el de la muñeca fácil y el toro cerca, el torero que escenifica con serenidad pasmosa una peculiar tauromaquia con una única y peligrosa regla de oro: en la cara del toro siempre hay sitio.
En su primero José Tomás meció la verónica en los lances de recibo e hizo un imposible quite de frente por detrás, impávido. En la faena de muleta, dando aire y sitio al toro para citar de lejos, el animal se vino abajo quedando el torero por encima. De nuevo el estrechísimo quite con su segundo, esta vez por chicuelinas, y otra labor de hondura racheada, repartida con ganas pero sin eslabonar la faena. Se quedó sin redondear José Tomás pero dejó muy buena muestra de su sello.
El Cid de nuevo dio la réplica al madrileño, como en Algeciras, con faena de valor ante el complicado tercero, pisando la jurisdicción con seguridad y firmeza ante un toro armado que medía al torero. Oreja al valor y al oficio, con un Cid muy en profesional
De nuevo tuvo que tragar dificultades El Cid en el sexto, al que lanceó muy bien a la verónica. El toro se le cernía en alguna ocasión respondiendo El Cid con firmeza en series cortas pero eficaces, hasta el punto de que, como en el toro anterior, se atrevió a ensayar el torero circular, propio de toros dominados. No pudo ser pero ahí quedó la entrega y solvencia torera para sacar partido de su oponente y sobreponerse al toro. La pena fue que el saltereño fallara a espadas y hasta sonara el aviso, porque esa no era la rúbrica que merecía el doble esfuerzo de su actuación en la Plaza Real.
De Finito poco. Entró coyunturalmente en el cartel, con una flojita hoja de servicios en esta plaza que ayer no mejoró. Fue sensible el público a su prodigioso toreo sobre la mano derecha en su primero y fue ovacionado, pero no le gustó el cuarto y abrevió, que para campear basta y sobra con El Cid.
Ganadería. Seis toros de Joaquín Núñez del Cuvillo, bien presentados y de juego desigual: noble el primero aunque sin fondo, se vino abajo soseando el segundo, peligrosos tercero y sexto e inciertos y reservones cuarto y quinto. ¿Cuantas varas tomaron? ¿seis picotazos?
Matadores
.FINITO DE CÓRDOBA, de marino y oro, media trasera y baja (OVACIÓN Y SALUDOS) y pinchazo y corta perpendicular (PITOS). JOSÉ TOMÁS, de lila y oro, media estocada (OREJA) y dos pinchazos, estocada y cinco descabellos (GRAN OVACIÓN TRAS AVISO). EL CID, de lila y oro, pinchazo y estocada baja (OREJA) y estocada y cuatro descabellos (OVACIÓN TRAS AVISO).
Incidencias. Lleno de “No hay billetes” con 12.340 espectadores de pago en tarde de poniente que molestó algunas veces en el ruedo. Saludó tras parear en el tercero Alcalareño. Presidió Ana Alonso; mal, porque se dejó manejar por los taurinos y llegó con el atraso de diez minutos, milongueados en el reloj de la plaza, como si el público fuera tonto. Se ganó la bronca a pulso.
Diario de Cádiz.

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