Junto a Marcelino Cano, un hombre muy bajito – problemas glandulares – grandísimo aficionado y mayor partidario del torero. Era un alto funcionario y llegó a enfrentarse con el ministro Ullastres, porque este, intentó impedirle ir a ver una corrida: vano intento.
Tenía una mala leche tremenda y, en su presencia, no admitía comentario negativo en relación con su torero. Igual que el dueño de la “Cervecería Alemana – Plaza de Santa Ana, Madrid – que expulsaba al parroquiano que no fuese adepto.
Hace 15 años
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