30 abril, 2007

INFLACIÓN DE “GESTOS” Y ESCASEZ DE VERDADES.

Es posible que alguno de vosotros - en el supuesto de que me haya leído, que lo dudo - haya pensado que exagero en mi exigencia.
Escribe Javier Villán:
“Por cierto, no sé lo que habrá pagado usted a don José Luís Marca por sus toros; pero la corrida de ayer fue una mierda; una más de las muchas que, bebiendo en la fuente nutricia de los juampedros, han salido en el último tramo de la Feria, los multicolores farolillos”
Cosas raras ocurren todas las tardes en las plazas de Iberia donde, entre fiesta y sobresaltos, se corren toros. Puede ocurrir, por ejemplo, que las mayores ovaciones se las lleve un picador por no picar. Ayer mismo en la Real Maestranza de Sevilla Miguel Ángel Perera ordenó que el picador cuidara su primer toro hasta el extremo de que el caballero alanceador apenas hizo sangre al animal; como diría un castizo, ni para un análisis.
Y cuando el picador se retiraba a sus cuarteles, como un guerrero triunfador en una batalla inexistente, recibió sonora ovación… En cualquier otra profesión, eso se castigaría con suspensión de temporal de empleo y sueldo; o, por lo menos, con suspensión de sueldo.
La suerte de varas es, a veces una carnicería y, otras, una abstracción inexistente.
Esto ocurre y se jalea porque se cría un toro casi exclusivamente para la muleta, para un toreo sin necesidad de dominio y sin poder; para un toreo artístico que deviene generalmente en vulgar y tediosa monotonía.
La corrida entera no ha sido picada. Las puyas no medían la bravura que es para lo que se inventaron, sino que acariciaban el cuero. Craso error. Hay que picar y si el toro aguanta, muy bien, sino, al desolladero. Con esta suerte no se puede transigir. Aquí como los de Esparta. El que se agarre al peto se queda, el que no, fuera de la comuna
Los toros de hoy han evidenciado el tremendo fracaso del ganadero Juan Pedro. Todo el esfuerzo que ha puesto en transformar su ganadería cambiando la sangre de casta por la mansa, léase la mansedumbre borreguil, ha sido inútil porque el sendero del toreo que él pretendía y para el que servía sus toros no ha sido el elegido
Muy baja de casta, de presentación también muy desigual. Primero y cuarto, justos. Segundo y quintos, terciados. Tercero anovillado y sexto bien presentado y rematado. En la muleta dieron el siguiente juego: Noble y bueno el primero, el mejor. Desesperadamente noble el segundo. Quinto y sexto con un poco más de movilidad. El tercero brusco y el cuarto chochón.
Nota añadida: “
Mr. Burns” habla sobre sus animales:
“Hoy ha habido cuatro toros que han servido y ha habido tres orejas prácticamente cortadas, pero como te decía, la corrida no ha tenido un desarrollo afortunado”.
¿Y la casta, el poder, la acometividad, la bravura, el trapio… De qué me habla usted?)
La verdad de Rincón no puede quedar en el rincón; al menos que el oro de la Fiesta se vuelva calderilla. El día anterior vimos a Morante irse a porta gayola para demostrar un gesto de valor. Hay inflación de “gestos” y escasez de verdades (y si haces el gesto de verdad no lo publicites compungido entre barreras). No te tires cuerpo a tierra cuando sale el negro miedo por toriles; cita erguido; no bajes la cabeza ni saques donde la espalda pierde su casto nombre, porque en los bajos del toro no hay “bombas-lapa” sino un par colgando. Siempre hubo toreros de arte y chispazo, de inspiración fulgurante, de arrebatada improvisación. Probablemente, Morante lo sea. Pero cada vez con mayor frecuencia el torero pinturero cae en el manierismo importado de poses y posturas. Bendito sea el arte y la inspiración…, aunque, Morante, no seas tan tunante y ponte a torear. Ayer llegó Rincón con la prueba del algodón como llovido del cielo. Vino con la verdad eterna de su toreo sin trampa ni cartón: citando de largo, adelantando los engaños y con el pie en la vía del tren. Toreando al natural dando el pecho y con la pata “p'alante”, citaba a un toro fuerte y violento; y la belleza y la gloria de cada lance se jugaba a cara o cruz. Fue el dramatismo de la cogida y el ver a un hombre emergiendo de un cuerpo cosido a cornadas que vuelve a ponerse en el sitio y demostrar lo que es una figura del toreo con veinticinco años de alternativa (y todas las puertas grandes del toreo eterno abiertas de par en par), lo que nos cortó el aliento. Este par de aficionados afirman que el toreo, como arte que es, tiene múltiples formas de expresión y registros variados. Y que es bueno que haya polémica y partidarios como siempre los hubo. Pero hoy queremos resaltar el oro puro colombiano frente a la dudosa calderilla de los gestos.”
Gracias amigos.
Copio a Agustín Hervás:
Todos aplaudimos a un torero de casta cuando con las dos orejas daba su última vuelta al ruedo en La Maestranza este torero colombiano que vino a decir una tarde de mayo en Madrid, el toreo. Luego en esa temporada fueron cuatro tardes y ya Rincón se instaló entre nosotros. Hoy nos decía adiós y nosotros le tocábamos las palmas. Él aún conmocionado por la voltereta las agradecía con esa sinceridad y humildad que solo los del sur de América saben hacerlo. Se fue Rincón de Sevilla y se fue con una faena de casta torera y pundonor. De eso que muchas generaciones nuevas no saben ni que existe. Lloraban los colombianos que vinieron a verle y a algunos nos pegaron el llanto. Llanto de emoción que no de tristeza. Porque si algo nos ha dado Cesar en su carrera ha sido eso, emoción, que es verbo fundamental en la tauromaquia. ¡O acaso no fue emocionante verlo ponerse encastado, más que el toro, en el cite! ¡O matando a recibir!
Escribe Andrés Verdeguer.
Que la corrida de Zalduendo ha sido un asco es evidente: podrida y manipulada. Por comportamiento se han salvado quinto y sexto.
.Escribe Vicente Albaserrada:
Anovillada y sin casta en el límite de todo. Lo interior y lo exterior.
Escribe Agustín Hervás:
¿Por qué se han reconocido en los corrales más de doce toros para sacar luego las birrias que ha aprobado la autoridad para una plaza de primera?
“Con Zalduendo empiezan las cabras. Doy fe de que las mejores cabras lecheras las tienen los malagueños y los granadinos. Imaginemos que la fiereza la dan los bultos que en la entrepierna les cuelgan a los toros. ¡Imaginemos! Pues la cabra los tiene más gordos. Y si amuercan con las puntas que tienen en la frente, las cabras las tienen más limpias”
Dicen que Manzanares estuvo bien. ¿Con qué?. Si es con esos animales, la verdad, no me interesa.
De:
http://torear.blogspot.com/

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